Una de tus más hermosas características como madre, es tu amor incondicional. He conocido muchas madres y todas se asemejan. Pero me pregunto si realmente tus hijos aceptan y valoran ese amor, que es el que más se parece al amor de Dios: te sacrificas por tus hijos para darles lo mejor, amas sin esperar, besas aunque te rechacen, alimentas aunque te quedes sin comer, te desvelas cuando un hijo esta enfermo; buscas entre las espinas la más hermosa flor para alegrar, das la mejor sonrisa para animar, compartes a tiempo el más sabio consejo. Te puede faltar tu esposo y acostumbrarte, pero si te faltare un hijo, es como si te arrancaran un pedazo de corazón.
La Palabra de Dios nos manda a honrar a las madres: que es amarlas y respetarlas; y es el único mandamiento con promesas.
Mi deseo es que tus seres amados tengan en cuenta tu gran amor, y que celebren todos los días; sin tener que esperar una fecha especial para reconocer quien eres. Porque el tiempo pasará y lamentablemente te iras, entonces querrán devolver el tiempo.
Tú, madre, eres un tesoro que merece ocupar un lugar especial en el mas hermoso cofre que poseemos: EL CORAZÓN.
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